lunes, julio 14, 2008


EL LLAMADO DE LA SALSA: Sergio Mejía Rocca, de la orquesta La 33

Por Laura Angélica Vásquez
Practicante de la Universidad Javeriana

Por qué alguien que está en Canadá, donde hay mejores oportunidades para destacarse en el campo del arte, decide volver y crear, justo en Bogotá, una orquesta de salsa? Una parte de la respuesta se puede oír en los coros de El tornillo de Guillo, una canción en la que se critica la emigración latina a Estados Unidos y Canadá. La otra parte es que Sergio Mejía, director de la orquesta La 33, regresó gracias a que su hermano Santiago estaba tocando con otros rockeros que habían vuelto sus oídos hacia el folclor; aquí lo latino estaba pisando fuerte.

Comenzaron con la idea de formar un grupo de música tropical con el que pudieran viajar y difundir su trabajo. El método fue visualizar la meta y luego escribir un proyecto para alcanzarla. Primero había que conseguir músicos y después encontrar de qué vivir mientras la orquesta se acoplaba: al principio crearon varios grupos para probar con el jazz, el reggae, el folclor y la salsa, pero finalmente se quedaron con los dos últimos, pues fueron los que cobraron más fuerza; uno se llamaba La Polifónica y el otro La 33. Y para vivir hicieron de su casa un ensayadero, donde hoy en día funciona la oficina de la orquesta, porque cuando hubo que escoger optaron por la salsa.

Después de un año de ensamble, en el que mucha gente entró y salió del proyecto, en el 2003 por fin se consolidó La 33. Y es que no era tarea fácil acoplar semejante sancocho de músicos: David Cantillo, «Malpelo» (voz), lleva el sabor de la costa, representado en el vallenato y el folclor; a Juan David Fernández, «Palo» (timbal), y José Miguel Vega, «El Profe» (trombón bajo), les gusta el metal; a Felipe Cárdenas (saxo) y Roland Nieto (trompeta), el ska y el funk; a Vladimir Romero (trombón), la música clásica; a Diego Sánchez (bongó), Guillermo Celis (voz), Sergio Mejía (bajo/dirección) y Santiago Mejía (piano/producción visual), el rock y el jazz, y a Pablo Martínez (voz) y Cipriano Rojas, «Ciro» (conga), los avala la experiencia de toda una vida tocando salsa.

Sergio y su grupo comenzaron a tocar las puertas de las disqueras, pero en ninguna hallaron apoyo. Entonces Santiago, que había estudiado algunos semestres de diseño gráfico y sabía de la importancia de la marca para una empresa, de crear un logo y demás, convenció a sus compañeros de empezar a hacer lo mismo que una disquera pero por sus propios medios. Desde el principio contaron con gente que apoyó el proyecto: unas personas se encargaban de los audiovisuales que solicitaban en Europa para la labor de difusión, orientada a conseguir la contratación del grupo; otras, de la página web, la prensa, la logística. Muchas lo hicieron por pasión, no porque fuera un trabajo, y gracias al empuje del equipo que se fue formando, la orquesta pudo mostrarse y crecer.

De su propio bolsillo sacaron el primer disco, La 33 —que contiene éxitos como La pantera mambo, La 33, Qué rico boogaloo, Soledad y Suelta el bongó— y enviaron unas pocas copias a Europa. Allá las canciones pegaron y los DJ comenzaron a pasárselas de mano en mano y a hacerlas sonar en las discotecas. Luego las programaron en las emisoras, donde los temas llegaron al top ten y la gente empezó a subirlas a la red. Gracias a esto los llamaron a tocar en el Viejo Continente y en la cuna del grunge, Estados Unidos.

Ahí sí llegaron las disqueras, pero ya La 33 se había dado cuenta de que podía sola con el negocio y hasta ahora se ha mantenido independiente: los miembros del grupo toman en forma autónoma las decisiones sobre cómo producir sus discos, venderlos, promocionarlos, y sobre toda la parte de negocios, como la contratación de conciertos, las ventas digitales… En Europa, por la distancia, tienen un manager que les ayuda a coordinar todo, pero ellos siguen llevando la batuta.

La 33 ha crecido poco a poco, y sus miembros están convencidos de que ese proceso les ha dado una solidez que de alguna manera puede garantizarles permanencia, aunque saben que ésta es esquiva y deben continuar trabajando duro y haciendo música de calidad, que perdure. Esa es la meta. El año pasado lanzaron al mercado su segundo disco, Gózalo, y en abril de este año dieron a conocer el videoclip Bye-Bye, una de las canciones del disco, protagonizada por los actores María Cecilia Sánchez y Pedro Falla.

Mientras Cali, la capital de la salsa, se llena de pop, vallenato y música electrónica, Bogotá ilumina la escena de la salsa en Colombia con el grupo que este año ganó dos premios Nuestra Tierra en las categorías de Mejor Interpretación Tropical y Mejor Grupo Tropical. La 33 es una orquesta de «salsa brava», con sonoridades urbanas; aunque a veces, por las experiencias y vivencias musicales de sus integrantes, puedan sonar otros ritmos y parezca que haya elementos de otros géneros, su intención es hacer salsa.

Para Sergio, la música es un rito que permite revivir momentos del pasado, conectarse con ciertos estados de ánimo, y la que él hace es una adoración a la vida, que lo aferra a ella, lo inmortaliza. Él compone algunas canciones, genera estructuras a partir de las cuales todos los miembros del grupo aportan sus ideas, y hace los arreglos finales de los temas; en suma, es quien define el sonido final de la orquesta.

La 33, como una tribu, cuida sus pasos; cada sonido indica algo, y la consumación del ritual son los conciertos, un producto de la conexión entre la orquesta y el público. Estos músicos han vivido momentos que antes parecían sólo un sueño, como abrir las presentaciones de Willie Colón y Los Van Van. Pero el horizonte es aún más amplio: pronto estarán tocando en Nueva York y sacarán al mercado un documental de la banda en DVD en el que, en palabras de Sergio, se muestre de dónde viene la banda.


MÚSICA PARA GOZARSE LA VIDA
Sergio, ¿cuál es la proyección de La 33?
Lo primero es recorrer el mundo y expandir su música, dar un mensaje de felicidad que les permita a las personas estar tranquilas por un momento, gozarse la vida. Y mi meta es estar feliz con lo que hago, sentirme pleno, poderles aportar algo a la gente y a la sociedad con mi música.

Ustedes se van de gira por Europa y Japón durante junio y agosto, en la que tienen programados 28 conciertos. ¿La orquesta vive de sus conciertos o de la venta de su música?

Los músicos vivimos de los conciertos, todos. La venta de nuestra música nos da para consolidar la orquesta a nivel empresarial, para poder seguir sacando discos y el material que se necesita: videos, unos para la venta y otros para empresarios (que pueden ver la orquesta en cualquier lugar del mundo y contratarla); actualizar la página web, diseñar los afiches de los conciertos y crear toda la parte gráfica.

En este momento hay muchas personas trabajando para La 33. ¿Cómo es ese proceso de empezar a llamar gente?

Desde el comienzo tenemos personas que nos han colaborado, que le han aportado a la orquesta. Ahora todo el mundo quiere trabajar con nosotros, pero uno prefiere seguir con la gente que lo apoyó y lo ayudó a surgir. Si el mejor diseñador del mundo quisiera trabajar conmigo, yo le diría lo siguiente: «En aquel momento tú no estabas y hay un muy buen diseñador que está conmigo desde que empecé, que creyó en mí y me apoyó sin necesidad de que yo le pagara; entonces ahora sí le pago y es el que trabaja con nosotros».

Usted dice que para pervivir hay que tener un proyecto claro. ¿Cuál es el de La 33?
Es planeación: ¿yo qué quiero? Quiero tener una banda. ¿Qué quiero hacer? Quiero viajar por todo el mundo. ¿Cómo hago para viajar por todo el mundo? Tengo que trabajar por la red, sacar un disco para que lo programen en las emisoras y así darme a conocer; si quiero sonar en la radio, tengo que empezar a tocar puertas desde mucho tiempo antes a ver cuándo me las abren. ¿Cuál es mi meta? Quiero ser músico, quiero viajar por todo el mundo, quiero vivir de la música. ¿Cómo lo logro? Trazando un plan para lograrlo.

Se habla mucho de fusión hoy en día. Para usted, ¿qué es fusión?
Definir fusión es algo muy difícil porque la mayoría de géneros son mezcla de muchas cosas. En Colombia se ha vuelto a las raíces gracias a los gaiteros, principalmente, a los músicos del Pacífico, que están muy olvidados, y a bandas nuevas en cuyas propuestas se nota la influencia de estos músicos, a quienes incluso invitan a grabar. En Colombia se está mirando hacia los músicos de tradición y se está tratando de resaltar su trabajo.

Fuente: revistanumero.com - Edición No. 57

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